viernes, 7 de diciembre de 2012

Historia de Toledo


Aunque la leyenda afirma que Hercules era el fundador de la ciudad de Toledo las excavaciones arqueológicas dicen pueblo ibérico se hizo una región de Carpetana importante sobre una celta. La ciudad fue encargada por el romano Marco Fulbio Nobilior, que construyó Toletum sobre las ruinas de Carpetans, en el año 192 A. C..

Durante el Siglo V los bárbaros invadieron el Imperio Romano en algunas ocasiones. Alanis la capturó en 411 pero siete años después terminaba bajo el dominio visigodo.
En 569 el rey gótico Atanagildo puso su tribunal en Toledo, y con el Rey Leovigildo pasó a ser la capital del reino hispánico godo, que era el primer estado peninsular independiente.
Durante esta regla visigoda (entre los siglos VI y VII) en la ciudad se hizo un Centro Episcopal y una Metrópoli de Consejos, adquiriendo gran importancia civil y religiosa por lo tanto.

La conversión para el catolicismo en los terceros concejos de Toledo del Recaredo y la fortificación de la ciudad durante el siglo VII eran dos de los eventos más importantes durante este período.

Los Moros conquistaron Toledo en 711 y su nombre fue cambiado a "Tulaytulah". Esta ocupación fue por mucho tiempo en potencia. En 807 el Emir de Córdoba quería conquistar a esta población mora radical así que un legado del Emir planeó un banquete en el palacio del Gobernador. El banquete terminó con la decapitación de cinco mil ciudadanos de Toledo, sus cuerpos fueron puestos en un hoyo y este evento llegó a ser conocido como "Foso de la Jornada" ("El día del hoyo"). La partición de Al Andalus en reinos pequeños en el siglo XI dio la independencia a Toledo de Córdoba. Esto era el origen de un período magnífico de la cultura musulmana en Toledo.

En 1085 Alfonso VI re-conquistó Toledo y lo hizo una ciudad tolerante donde los Cristianos, los Musulmanes y los Judíos coexistían tranquilamente y pudieron ir a misa en sus iglesias, mezquitas y sinagogas sin miedo.

En el reinado de Afonso X Sabio (Siglo XIII) "La Escuela de Traductures" (el banco de traductores) estaba establecido. Las traducciones de textos árabe y judíos, al mismo tiempo que las traducciones de obras griegas, hicieron de Toledo un centro intelectual europeo. De estas obras traducidas; el resto de Europa podía adquirir conocimientos de la cultura musulmana y hebrea y las creencias, y redescubrir las enseñanzas griegas clásicas.

La calma que existía entre las tres culturas durante el siglo XIV se estaba desintegrando. La persecución de Judíos y el deseo para su Cristianización resultó en el origen de la investigación. Los interrogadores castigaron todos aquellos que no vivían por la fe cristiana con métodos crueles. En 1492 los Monarcas católicos expulsaron a la comunidad judía, que se instaló en Toledo en el período visigodo, y los admitiría luego en una zona judía sólo si pagarían un impuesto.
El tribunal se instaló en Toledo varias veces cuando fue requerido y durante el reinado de Carlos I de España (después de la derrota de los "Comuneros" que rechazó la política imperial) la ciudad se hizo el asiento del imperio. Esta era una etapa magnífica hasta que Felipe II cambió de lugar la capital del tribunal a Madrid finalmente en 1563; fue entonces que Toledo perdió su fuerza política y su privilegio con la monarquía.

La ciudad empezó a declinar, epidemias y crisis tomaron la ciudad, la industria se descompuso y palacios se hicieron propiedad de órdenes religiosas diversas. En el siglo XVII había ganado el título de prosperidad en la ciudad atribuible a la ilustración. La economía podía recuperarse lentamente gracias a la instalación de fábricas y comercios. El Cardinal Lorenzana enseñó las oficinas de población pobres que también ayudaron con la recuperación. El siguiente Siglo no era amable con Toledo sin embargo la "Guerra de la sucesión" y la "Guerra de la Independencia" dejaron sus marcas destructoras en la ciudad.
 
Durante el siglo XIX Toledo experimentó el crecimiento rápido con la incorporación de las vías del ferrocarril, tanto como la instalación de centrales de energías eléctricas sobre el banco del Río Tajo. En la Guerra Civil (1936-1939) Toledo cayó en manos republicanas y Franco rescató a los insurgentes enzarzados en Alcázar, un edificio que se queda en ruinas.
Después de la guerra la ciudad empezó a crecer fuera de sus paredes y emprendió un nuevo período de su historia con la energía vital. Es la capital de Castilla de la Mancha y fue declarada "Ciudad Patrimonio del Mundo" por UNESCO en 1986.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Partes de Toledo



La historia se graba a fuego en la piedra, como la cultura lo hace en el papel. Sobre ésta, la cultura de varios pueblos hablaremos después, pero ahora nos quedamos con la Historia (con mayúsculas), la que el paso de los siglos ha legado a la ciudad y que cada monumento, cada callejón, cada arco en cada puerta que atraviese las murallas refleja en cada una de sus piedras.

Prehistoria

Gracias a la arqueología se sabe desde hace varios años que hubo un poblado agrícola-ganadero en la época del Bronce situado en el Cerro del Bu, al otro lado del Tajo. Las investigaciones recientes han descubierto restos de viviendas de tipo cabañas en distintos puntos del casco histórico.

Época romana (Toletvm)

La primera mención escrita sobre Toledo data del año 192 a. C. cuando Tito Livio escribe escuetamente 'Parva urbs, sed loco munitia' -ciudad pequeña, pero bien fortificada-. Ciudad, no poblado. Era por tanto un lugar muy importante, donde la calzada que unía Caesaraugusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida), se juntaba con el paso del Tajo hacia Hispalis y Bética, lo que favoreció su florecimiento en tiempos del imperio.

Aún se pueden ver restos de los templos, teatros, anfiteatros, una fuerte muralla así como caminos, puentes y un sistema hidráulico de abastecimiento y evacuación de aguas. Según la extensión de las ruinas del circo romano, éste podía dar cabida  a cerca de 13.000 espectadores, cifra nada desdeñable en la época, a finales del siglo I d.C.

Capital del reino visigodo.

Tras las primeras incursiones germánicas, se reedificaron las antiguas murallas con objetivos defensivos; a pesar de ello en el año 411 la ciudad fue conquistada por los alanos, quienes fueron a su vez derrotados por los visigodos en el año 418. Una vez hubo vencido a su rival Agila, Atanagildo estableció su corte en la ciudad y posteriormente, con Leovigildo, se convirtió en capital del reino hispanogodo y en arzobispado, con lo que adquirió gran importancia civil y religiosa (como prueban los Concilios de Toledo). Muy cerca de Toledo, en la villa de Guadamur, se halló el Tesoro de Guarrazar, excepcional conjunto de coronas votivas de los reyes visigodos.

Durante la época visigoda, se produjeron en la ciudad numerosos concilios que pretendían limar las diferencias religiosas que atravesaban los diferentes reinados, con inclinaciones católicas y arrianas y constantes conflictos por este tipo de cuestiones, alcanzando así gran importancia como urbe episcopal y civil.

Ocupación árabe (Tolaytola).

El debilitamiento del reino visigodo y la conquista árabe, hacen caer rápidamente a la ciudad bajo dominio musulmán, que la toma por capitulación tras la huída de casi toda la población.

Toledo se convierte entonces en Tulaytula, dependiente del Califato de Córdoba. Con población mayoritaría mozárabe, la ciudad se convierte rápidamente en un foco de problemas para el emir Alhakén I, que encuentra constante resistencia en la urbe toledana para la aplicación del orden desde el lejano poder central.

La sublevación pasa por momentos virulentos, como el episodio del foso en el que fueron decapitados cinco mil toledanos, invitados a un banquete por un enviado cordobés en el que encontraron a la muerte emboscada. La endémica rebelión finaliza en época de Abd al-Rahman III y su sometimiento al reino musulmán es total.

Es cuando vivieron aquí algunos de los más grandes historiadores, médicos, matemáticos y astrónomos, entre los que destacó Abu Isaac Ibrahim, Azarquiel, autor de las llamadas Tablas toledanas, que fijaban el meridiano en Toledo. En su corte se refugió Alfonso VI antes de suceder a su hermano en el trono de Castilla.
    Circo romano
  • Cerro del Bú
                     Cerro del Bu                                                                     Ruinas del Circo Romano



    Mezquita de las Tornerías
  • Iglesia de San Román o de los Concilios
                         Reino Visigodo                                                                 Ocupacion Arabe

martes, 4 de diciembre de 2012

Personajes importantes de la ciudad de Toledo


El Greco

El Greco
Entre 1577 y 1579 realizó el Expolio para la sacristía de la catedral de Toledo. Ese año Felipe II le encarga el San Mauricio para El Escorial, cuadro que no respondió a las expectativas religiosas del prior Jerónimo, con lo que se cerró la posibilidad de que trabajara en la corte. Aquí, en Toledo, entre 1586-88 pintó para la iglesia parroquial de Santo Tomé su obra maestra, el Entierro del Señor de Orgaz, con una impresionante serie de retratos, profundamente observados en lo psicológico y en lo físico, en la parte baja, y cierta acritud y violencia en la interpretación de lo celestial. A partir de esta obra, el Greco se lanzó hacia una fuerte expresividad que le lleva a penetrar de lleno en el ideal espiritual que agitaba la conciencia española del momento.

Ahora serán frecuentes cuadros devotos con novedades iconográficas y abundantes éxtasis y arrebatos místicos. El artista se va alejando de la realidad, de lo contingente, y se orientó hacia lo visionario y espiritualizado. Serán ahora rostros apasionados y cuerpos que cada vez se alargan más para crear un mundo propio e ideal.

Su colorido se limita a una escala reducida y carece casi siempre de matizaciones. Prefería colores duros, azules fríos, amarillos y verdes, malvas y violetas, que se convierten en reflejos del espíritu que los anima. Desde finales de 1596 pinta varios retablos: el del Colegio de Doña María de Aragón, en Madrid, de Villanueva y Geltrú y de Bucarets, y el de la capilla de San José, de Toledo. Y en Toledo creó un taller para la reproducción de originales suyos, especialmente santos y apóstoles, para acomodarse mejor a un mercado de precios bajos.

A principios del XVII, creó sus retratos más íntimos y maravillosos, como el del Cardenal Niño de Guevara o el de Fray Hortensio F. Paravicino, y desarrolló una fase final en que pinta con pincelada larga y busca la extrema movilidad y expresión. A ella corresponde el San Bernardino, varios apóstoles, el conjunto del Hospital de la Caridad, en Illescas, y cuadros de temas profanos, como el Paisaje de Toledo, visión de la ciudad entre sueño y realidad, hasta llegar a la plena abstracción en la Visitación.

En el Hospital de Tavera se conserva su escultura del Cristo Resucitado, aunque como escultor tuvo una actividad muy limitada. Se conoce que tuvo una rica vida intelectual en Toledo. Góngora vino a verle y luego le tributó homenaje póstumo. Sus obras toledanas están repartidas entre la Catedral y el Museo del Greco, con dos de las tres colecciones completas del apostolado, junto con otros cuadros, la iglesia de Santo Domingo el Antiguo, donde se conservan incluso contratos y diseños manuscritos de la obra realizada, el Museo de Santa Cruz, la capilla de San José, Hospital de Tavera, con el estremecedor retrato póstumo del Cardenal y su iglesia, donde es autor del altar. Incomprendido y menospreciado durante mucho tiempo, como su amada Toledo.

Con su reivindicación desde el último tercio del siglo XIX se reivindicó también para el arte la ciudad. Toledo y su pintor entrañablemente unidos para siempre.

En la imagen de la izquierda, vemos la cara de El Greco (pues no se conservan muchas auténticas de su rostro) personificado en la?ficción por Nick Ashdon, actor que ha dado vida al genial pintor en la primera película que se realiza sobre el cretense, rodada en gran parte en la ciudad de Toledo.